La contingencia del universo
Según la definición de la Real Academia, contingencia significa: “cosa que puede suceder o no suceder”. Creo que todos tenemos claro que el universo “sucede”. Si no, no estaríamos aquí. También nosotros “sucedemos”. Lo perturbador es la enorme cadena de acontecimientos que ha tenido que producirse para que la contingencia se traduzca en nuestra existencia. Se trata literalmente de una cadena infinita de acontecimientos, por lo que la probabilidad de que existamos se vuelve infinitesimal. Se diría que matemáticamente es imposible nuestra existencia... O quizá no. Si consideramos un universo infinito, la probabilidad infinitesimal se convierte el certeza. En un universo infinito, tarde o temprano se dará la combinación exacta que termina implicando la existencia de todo lo que puede existir. En ese sentido, nuestra propia existencia sería inevitable.
Consideremos un ejemplo clásico: una biblioteca infinita. Una biblioteca en la que haya un infinito número aleatorio de combinaciones de letras. La inmensa mayoría de libros serían ininteligibles, pero a medida que aumenta el número de volúmenes, empezarían a aparecer palabras, frases, textos completos, generados de forma aleatoria. Así, tarde o temprano el azar haría que apareciera el Quijote, las obras completas de Shakespeare o mi propia biografía, aunque yo nunca la escriba. Aparecerían todos los libros jamás escritos, todos los libros que están por escribir, todos los libros imaginables. La poesía más sobrecogedora y la novela más intensa, así como sus adaptaciones a todos los idiomas que jamás hayan existido. Así, traduciendo este hecho a un universo infinito, en éste, tarde o temprano, terminaría apareciendo todo lo que puede existir, con lo que nuestra conciencia no sería más que una imposición de la existencia propia del universo.
Podemos ir más allá, observando que las propias leyes del universo parecen impuestas por alguna causa superior. Si esto es así, se puede inferir la existencia de una infinidad de universos con diferentes leyes físicas. Por ejemplo, en el nuestro, la fuerza de la gravedad es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia. Pero podría ser que esa ley, aparentemente aleatoria y sin un principio, axioma en sí misma, fuese diferente. Si en vez de relación cuadrática fuera algo mayor o algo menor, no existirían planetas que sirvan de sustento a la vida. Si la fuerza nuclear débil fuese ligeramente diferente a la que es, no existirían estrellas que nos alimentasen. Si la segunda ley de la termodinámica fuera inversa, no se darían las condiciones para la aparición de la vida. En la propia estructura del universo subyace un principio existencial que hace que éste que habitamos sea propicio para la vida. Pero en un metauniverso de infinitos universos locales, la existencia de éste tan acogedor sería una certeza.
Es decir, si el universo es infinito, nuestra existencia sería inevitable, pero en un universo finito, nuestra existencia sería imposible. Dado que existimos, se podría inferir que el universo es infinito. Parece que vivimos en un universo diseñado para acogernos, aunque el principio antrópico, absurdo en si mismo, nos hace ver que esta afirmación es asimismo absurda. Nunca llegaremos a saberlo, aunque si tanto el universo como el tiempo son infinitos, nos lo volveremos a preguntar en un lejanísimo futuro, cuando las condiciones actuales se vuelvan, necesariamente, a repetir. Nuevamente Zaratustra aparecerá para predicar el Superhombre, nuevamente se dará cuenta de lo que es el "eterno retorno" y nuevamente despertará...
Pero algo falla en este razonamiento. La repetición infinita de una probabilidad infinitesimal no es una certeza, es una indeterminación. Lo imposible no se hace cierto en el infinito. Si tiramos un dado un número infinito de veces nunca saldrá un nueve. Entonces... ¿a qué conclusión llegamos?