Júpiter en Virgo, ginecólogo en Tauro
Siempre me ha parecido curioso como mucha gente niega la existencia de Dios y rellena ese hueco con creencias y supersticiones de lo más absurdas. La más extendida de ellas es la astrología. Parece ser que la posición de las estrellas y planetas en el momento de nuestro nacimiento marcará por siempre nuestra vida. Y más curioso me parece todavía que usen la propia ciencia para justificarse. Seguro que habéis escuchado muchas veces eso de “mira cómo afecta la gravedad de la Luna en la Tierra, ¡si hasta nacen más niños con luna llena! Pues imagina como nos afectan el resto de planetas, que son mucho más grandes. Si la Luna provoca las mareas, nos tiene que afectar también a nosotros, que somos casi todo agua.”
Pues vamos poco a poco. Efectivamente, la luna nos afecta. Pero siento desmentir mitos, no hay ninguna estadística que muestre que los días de luna llena nazcan más niños que el resto de días. Y llevamos ya muchos años y muchos millones de niños como muestra. Pero claro, siempre nos quedamos con eso de “pues Daniel se adelantó semana y media y coincidió con luna llena”, y nos olvidamos de que por ese hay otros treinta que no coinciden. Memoria selectiva. Además habrá que ver lo que consideran los padres como luna llena, posiblemente abarque medio mes. Pero es cierto, la luna tiene su efecto en la vida, y lo trataré en otra entrada. Como anticipo diré también que el ciclo menstrual femenino no tiene absolutamente nada que ver con la luna, más que una curiosa e inexacta casualidad. Siento decirlo, pero no es más que otro mito sin fundamento.
Pero volvamos al tema de la astrología. ¿Realmente nos afecta la gravedad de esos planetas? ¿Importa si Marte está en la constelación de acuario o entrando en la de cáncer? El primer dato para hacernos una idea de la fiabilidad de la astrología es que las constelaciones del zodiaco tienen más de dos milenios de antigüedad, y en ese tiempo la órbita terrestre y los movimientos de la Tierra no se han mantenido perfectamente estables. El resultado es que las fechas empleadas en la astrología no coinciden con las reales. Según la astrología, yo soy acuario. Pero resulta que el sol no estaba en acuario en el momento de mi nacimiento, sino en capricornio. Fijaros, a modo de otro ejemplo, en el día más largo del año. Ya no coincide con la noche de San Juan, sino tres días antes, el 21 de junio. Pero bueno, a la astrología poco le importa la veracidad.
Pero dejémonos de cháchara y vayamos a la ciencia. Es muy sencillo, no tenemos más que coger la fórmula de la gravitación universal y aplicarla a la Luna, Júpiter, Marte y todo cuerpo que queramos. Así podemos medir exactamente la atracción que cada cuerpo ejerce sobre nosotros. Empecemos con el planeta más cercano a nosotros, que no es otro que... la Tierra, claro. La Tierra tiene una masa de aproximadamente 5,97*10^24 kilogramos. Su centro de gravedad está a una distancia de 6.370.000 metros de nosotros. Aplicamos la fórmula que nos legó Newton: F = G * (m/r^2), donde “m” es la masa, “r” la distancia y G una constante universal, es decir, que es igual en cualquier lugar del universo y para cualquier cuerpo (G = 6.6739*10^-11). Cogemos una calculadora y obtenemos que la aceleración de la gravedad en la superficie de la Tierra es de 9,81 metros por segundo al cuadrado. Claro, esa es la gravedad en la Tierra, era de esperar que el resultado fuera ese. Hacemos lo mismo con el resto de planetas. Si queréis comprobar los cálculos, no tenéis más que ir a la wikipedia, buscar el planeta que queráis calcular, coger los dos datos, y aplicar la sencillita fórmula.
Los resultados son los siguientes (todos en m/(s^2)), ya ordenados de mayor a menor influencia gravitatoria:
Tierra = 9.81
Sol = 0.00593
Luna = 0.00003319
Júpiter = 0.000000321
Venus = 0.000000184
Saturno = 0.0000000232
Marte = 0.00000000704
Mercurio = 0.0000000026
Urano = 0.000000000783
Neptuno = 0.000000000361
Plutón = 0.0000000000000259
Lo primero que llama la atención es que el sol ejerce mucha más fuerza gravitatoria sobre nosotros que la Luna, pero en cambio Catalina provoca las mareas y Lorenzo no. La razón es que las mareas no están provocadas exactamente por la gravedad, sino por la diferencia de gravedad entre dos puntos. El sol está tan alejado de nosotros que ejerce la misma atracción sobre Madrid que sobre Tokio. En el caso de la Luna, al estar mucho más cerca, esa pequeña diferencia provoca el movimiento de marea. Pero esa es ya otra historia.
Vemos en la lista que la gravedad ejercida por Júpiter, Marte o Venus es menos de un 1% de la ejercida por la Luna, que ya es cientos de miles de veces menor que la ejercida por la Tierra. Es decir, completamente despreciable. Sobre todo si la comparamos con otros objetos presentes en el momento de nuestro nacimiento. Por ejemplo, digamos que el médico pesaba 80Kg. Y en el momento de mi nacimiento su centro de gravedad estaba a medio metro de mi madre. Aplicando la formulita, vemos que la fuerza de gravedad ejercida por el médico sobre mí era de 0.0000000213, es decir, mucho mayor que la de Marte. Y la camilla del parto seguro que pesaba más que el médico y estaba más cerca que él. El cinturón de la monitorización fetal, al estar tan cercano, ejerce un tirón gravitacional mayor que el de la Luna. Y el nervioso marido de al lado. Y el gotero de suero o el bisturí. Y el edificio del Hospital. Y toda una ciudad a nuestro alrededor.
Es decir, en función de la fuerza de gravitación que ejerce sobre nosotros, es más importante la marca del aparato de monitorización, el material de la camilla, o los problemas de obesidad del ginecólogo que la posición de lejanos planetas en función de cómo era el zodiaco hace 2.000 años.