"Tras cada hombre viviente se encuentran treinta fantasmas, pues tal es la proporción numérica con que los muertos superan a los vivos. Desde el alba de los tiempos, aproximadamente cien mil millones de seres humanos han transitado por el planeta Tierra. Y es en verdad un número interesante, pues por curiosa coincidencia hay aproximadamente cien mil millones de estrellas en nuestro universo local, la Vía Láctea. Así, por cada hombre que jamás ha vivido, luce una estrella en ese Universo." Arthur C. Clarke

domingo, 15 de junio de 2008

Un año de vida

El ser humano es extraordinario. La mente humana es algo realmente maravilloso. La conciencia. Y el despertar de esa mente es una aventura conmovedora y sorprendente. Nacemos completamente indefensos, castigo de la evolución natural al desarrollo único de nuestro cerebro. El bipedismo redujo mucho el canal del parto de nuestra especie, y el aumento de la capacidad craneal quedó limitado por ese estrecho túnel por el que nacemos a la vida. Pero la conciencia se abrió paso ante las adversidades. El ser humano evolucionó de modo que nuestro cerebro, nuestra mente, nuestra conciencia, se desarrollan de modo vertiginoso después del nacimiento. Nuestro cráneo no ha terminado de formarse, es sorprendentemente maleable, para poder ajustarse a ese estrecho camino durante el nacimiento. Y permite un desarrollo vertiginoso de nuestro cerebro.

Al nacer, un ser humano está completamente indefenso. No somos capaces de andar a los pocos minutos, como la mayoría de los mamíferos. No somos capaces de controlar ni un solo músculo de nuestro cuerpo. Estamos al amparo de nuestros reflejos e instintos innatos, grabados en los genes, y de un entorno social nacido precisamente para dar la protección necesaria a nuestras crías. Ese es el principal motivo por el que el ser humano es una animal social. Por la supervivencia de nuestras crías y, por lo tanto, de nuestros genes y especie. Algunos de esos reflejos son vestigios de nuestros antepasados. Todos conocemos el reflejo de moro, por ejemplo, mediante el cual un recién nacido que se incline más de 30º extenderá los brazos hacia los lados para juntarlos y apretar los puños después. O el reflejo de andar de un recién nacido.

En el primer mes de vida descubrimos ya el poder del llanto, nuestro único medio de comunicación, y lo usamos para cubrir nuestras necesidades primarias. Pero como dije, somos animales sociales, y pronto aprendemos el poder de estas relaciones. Antes de cumplir el segundo mes de vida, somos capaces de sonreír, y sonreímos casi a cualquier rostro que se interponga en nuestro campo visual. Poco a poco, día a día, muy lentamente, una ligera conciencia va despertando, asombrándose de todo lo que descubre a su alrededor. Todo un nuevo mundo para él solo, lleno de estímulos. A los tres meses descubrimos que un par de objetos se cruzan constantemente en nuestro campo visual: nuestras manos. Y durante unas semanas será nuestro principal juguete. Empezamos a aprender quienes son nuestros cuidadores, nuestra manada, y nos alegramos cuando vemos un rostro conocido.

A base de ensayo y error nuestra mente está aprendiendo ya a controlar una serie de músculos, y empezamos ya a poder agarrar algo que nos pongan en nuestra mano. Esto es un estímulo enorme para nuestro cerebro, que no cesará de ensayar, ensayar y ensayar. Nos pasamos el día jugando con cualquier objeto que podamos coger. Nos asustan los ruidos fuertes y nos tranquilizan las voces conocidas. Y poco a poco vamos despertando. Ya contamos con un entorno social en el que sentirnos protegidos. Ya no tememos a la desatención. Y nuestra musculatura va lentamente fortaleciéndose, lo que nos permite por fin levantar y mantener la cabeza y extender los brazos. Nuestro campo de acción aumenta, y con él los estímulos. Pronto seremos capaces de desplazarnos hacia los objetos que nos llaman la atención, nuestro mundo crecerá e iremos descubriendo todo un universo de texturas, sabores, olores. Queremos experimentarlo todo, conocerlo todo, aprender a vivir.

Con apenas diez meses somos capaces de hacer algo que muy pocas especies animales han conseguido, reconocerse en un espejo. Esto requiere un nivel de conciencia mucho más elevado de lo que pensamos, y es algo reservado únicamente a las especies con un cerebro más desarrollado. Y acabamos de empezar a vivir. Pronto nos incorporaremos y nos desplazaremos utilizando todos los apoyos que estén a nuestro alcance, acercándonos aun más un mundo fascinante.

Y en torno al primer año de vida, echamos nuestro primeros pasos. Nos lanzamos al descubrimiento de este mundo que nos regalan. En solo doce meses, el mágico despertar de una conciencia que se lanza a la vida con la fuerza de un niño, una nueva mente que se maravillará con todo lo que la vida nos tiene reservado. En solo doce meses, toda una personalidad, unos sentimientos, una mente, una conciencia, una vida.

Hoy, este blog cumple un año.

7 comentarios:

Gonover dijo...

¡Un año ya!

Y dime, ¿anda solo ya el blog?

Enhorabuena o felicidades o lo que sea que proceda en esta efeméride.

UN abrazo azul!

Unknown dijo...

Ahora si tuvieramos que elegir entre..... Ceñirnos al guión de esta entrada y por consiguiente la evolución de un niño en su primer año de vida que tan bien lo has expresado. O al contrario darte las felicitaciones por el primer cumpleaños de este pedazo de obra.

Creo yo que es muy interesante la vida en su primer año, pero que la evolución natural de los seres humanos, prosigue tras el primer año de vida. Y espero seguirla en sus posteriores aniversarios.

Salud

Herodes Antipas dijo...

Aprovecho la oportunidad para felicitarte por la entrada, por tu blog, y por el primer año de vida. Enhorabuena. Y a por el segundo...

Adivagar dijo...

Muchas gracias a todos. Siento no poder responder personalmente a cada uno y tener el blog tan descuidado, tanto en entradas como en comentarios, pero es que últimamente el tiempo es un lujo del que no dispongo. De todos modos, espero poder mantener esto abierto y llegar e cumplir los dos añitos.

Saludos a todos.

Daniel Terrasa dijo...

Feliz cumpleaños.

Rocío Rico dijo...

¡Qué bonita forma de celebrar el año! Felicidades, Adivagar ;-)

Anónimo dijo...

haz comparado el año de vida de un ser humano con el de tu blog, jaja!

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