Ayer fue la fiesta de Navidad en el colegio de mi hija. Sí, ya sé que hoy en día es políticamente incorrecto eso de hacer una fiesta en Navidad en la que los niños cantan villancicos. Pero así somos los católicos, unos rebeldes. Me preparé para el acontecimiento, la pequeña disfrazada de pastorcilla y repleta de ilusión, y yo con la cámara de video colgada al hombro (9,00 € para la SGAE), repleta de alegrías para la Sociedad General de Autores y Editores.
Dejo a la pequeña en su fila y me dirijo al salón de actos del centro. A los pocos minutos empiezan a llegar pastorcillos, angelitos y papa Noeles en fila, nerviosos e ilusionados, asustados algunos de los más pequeños, pero casi todos encantados con la novedad de actuar delante de sus padres y abuelos. Las actuaciones de todos los cursos de infantil dura poco más de una hora. La función resulta estupenda, del agrado de todos. Muy trabajado por parte de profesores y trabajadores del colegio, que lo han realizado todo con tanta ilusión como los pequeñajos. Todos los padres emocionados y orgullosos de nuestros hijos charlamos a la salida del colegio, y los conocidos quedamos en juntar las grabaciones de varios de los padres de la misma clase para juntarlas en un DVD más completito, para tenerlo como entrañable recuerdo, cual tropel de delincuentes piratas informáticos.
Por mi parte llego a mi casa y me descargo la grabación en el disco duro de mi ordenador (12,00 € para la SGAE). A continuación tuesto con mi regrabadora (3,40 € para la SGAE) tres DVDs, uno para mí y otro para cada uno de los abuelos, que están deseando tenerlo (3*0,60 = 1,80 € para la SGAE). Hago una copia de seguridad, como todas las fotos y videos que tengo, en el disco duro portátil (12,00 € para la SGAE) y lo cargo también en el Pen Drive, para presumir de hija con los compañeros de trabajo (0,30 € para la SGAE). Por último cargo el video y algunas fotos en mi reproductor mp3, en el que se pueden ver este tipo de archivos (3,15 € para la SGAE). En el móvil no lo cargo, que no tengo memoria suficiente, pero como el uso empleado no influye en la ley, tendré que dar 1,50 € a la SGAE, ya que mi móvil lee archivos mp3, aunque ni siquiera he llegado a probar si funciona esta aplicación. Exactamente igual con mi PDA (1,50 € para la SGAE). Cojo mi DVD y lo veo en mi reproductor del salón (6,61 € para la SGAE). Precioso, el video es estupendo y babeo un poco viendo disfrutar a mi hija.
Y con esto, de vacaciones a mi tierra. Allí, por supuesto, le daré el DVD a mis padres, que disfrutarán del video en su reproductor DVD (6,61 € para la SGAE). Al día siguiente haré lo mismo con mis suegros (6,61 € para la SGAE).
Total, 64,48 € para la SGAE. 10.728 pesetas. Pero la ilusión de ver a nuestra hija cantando un villancico con sus compañeros de clase disfrazados de pastorcillos, no tiene precio. Además, como autor de la grabación, supongo que parte de el canon digital volverá a mis bolsillos. Y si no es así, tampoco me preocupo, bastará con comer conejo estas navidades y no dejar propinas en las cafeterías.
Al fin y al cabo no es mala idea, aplicar una multa preventiva. Es el futuro. En unos años, al entrar en la charcutería te cobrarán 3 €, por si robas una lata de espárragos. Pero como la ley es justa, por entrar en una oficina bancaria o en una agencia de seguros te pagarán 15 €, que aquí los ladrones suelen estar del otro lado del mostrador. Dicen que en las grandes superficies se pierde la facturación de un 1% de los productos por los hurtos, así que en breve pagaremos ese 1% más en cada compra, por si acaso se nos va la mano. Igual en las gasolineras, 1,5 € por entrar, no vaya a ser que tomemos prestado sin permiso un ambientador de pino para el coche. Qué progreso, qué barbaridad, el futuro ha llegado.