"Tras cada hombre viviente se encuentran treinta fantasmas, pues tal es la proporción numérica con que los muertos superan a los vivos. Desde el alba de los tiempos, aproximadamente cien mil millones de seres humanos han transitado por el planeta Tierra. Y es en verdad un número interesante, pues por curiosa coincidencia hay aproximadamente cien mil millones de estrellas en nuestro universo local, la Vía Láctea. Así, por cada hombre que jamás ha vivido, luce una estrella en ese Universo." Arthur C. Clarke

viernes, 8 de febrero de 2008

Dave, ¿soñaré?

Estas son las últimas palabras que la computadora HAL9000 le dice a David Bowman justo antes de que éste la desconectase, en la gran obra de Arthur C. Clarke “2001. Una Odisea del Espacio”. Es una frase perturbadora que nos lleva a plantearnos el origen mismo de la conciencia, nuestra esencia como individuos. La conciencia, la mente, el alma.

La ciencia lleva siglos estudiándola, y algo hemos avanzado. Pero los experimentos que se están realizando en la última década nos dan unos resultados realmente sorprendentes. Unos resultados que atentan contra el libre albedrío y contra nuestra concepción de conciencia. Según un reciente estudio, el presente dura tres segundos. Eso es lo que abarca nuestra conciencia, tres segundos entre el futuro que aun no existe y el pasado que ha dejado de existir. Tres segundos de transición. Otro estudio de Benjamín Libet afirma que somos los últimos en enterarnos de lo que nuestro cerebro tiene intención de hacer, que la conciencia va retrasada medio segundo con respecto a la realidad. Este experimento muestra una perturbadora separación entre realidad y conciencia.

Para entender mejor nuestra conciencia, podemos preguntarnos, ¿podemos crear una conciencia artificial? Sin duda llegaremos a crear procesos que simulen artificialmente un alto nivel de inteligencia. Podría decirse que en el futuro crearemos inteligencia artificial con capacidades superiores a las nuestras. Pero inteligencia no tiene nada que ver con conciencia. Son dos términos absolutamente independientes. No somos capaces de dar una definición convincente a ninguno de los dos, pero sabemos qué es inteligencia y qué es conciencia. Podemos crear un sistema electrónico con un nivel de inteligencia enorme, pero nunca adquirirá conciencia. Algo similar podemos decir de los sentimientos. Podemos crear un ser artificial que imite los sentimientos humanos, que recree las acciones que una persona realizaría ante determinados sentimientos, de forma que parezca que ese ser siente como nosotros. Incluso podríamos crear un equipo que sienta de verdad, que sufra dolor, que sienta alegría. Podría llegar a realizarse imitando las actividades de determinadas hormonas y neurotransmisores de los seres vivos. Pero eso sigue estando muy alejado de la conciencia.

Podríamos también preguntarnos, ¿porqué tenemos conciencia de nosotros mismos? Al fin y al cabo, la conciencia no es evolutiva. Evolutivas son las acciones ante determinados estímulos, o la inteligencia para la resolución de problemas. Pero no la conciencia. Entonces, ¿porqué la naturaleza nos ha dotado de conciencia? Es más, ésta conlleva unos procesos químicos que podemos definir como un auténtico despilfarro de energía, lo que evolutivamente es un gran lastre. Pero en cambio somos conscientes. ¿Porqué?.

Si una máquina siente como nosotros, si tiene una inteligencia superior a la nuestra, ¿es esta máquina consciente? Pues no. La conciencia supone algo más. Podría incluso responder a estímulos como el conocer su futura desconexión con una perturbadora similitud a la actitud humana, ya que así se lo mandan sus algoritmos. Así, nos preguntará “Dave, ¿soñaré?”, pero será una pregunta vacía, sin una conciencia detrás. Pero admitir que no se puede crear una conciencia artificial implica admitir que la conciencia escapa del ámbito de lo físico, introduciéndonos en un ámbito que desconocemos.

La única conciencia de la que podemos estar completamente seguros es la nuestra. Pero planteémonos algo más, si unas pocas conexiones neuronales pueden dar lugar a una conciencia, unas pocas uniones NPN de silicio también podrían hacerlo. Yo realmente no lo creo, no creo que uniendo un poquito de masa podamos crear una conciencia. Creo que hace falta algo más, algo que se nos escapa y que se escapa del ámbito de la ciencia. Si no, volveríamos a la vieja pregunta de ¿dónde reside la mente, en la materia o en su estructura? Por más vueltas que le demos jamás llegaremos a ninguna respuesta, quizá nuestro sino es divagar hasta el último de nuestros días, cuando nos preguntemos, ¿soñaré?

martes, 5 de febrero de 2008

Las democracias

Dicen que la democracia es el menos malo de los sistemas políticos. Posiblemente sea cierto, sobre todo teniendo en cuenta la naturaleza humana.

Pero la democracia tiene muchas formas, todas ellas con su ración de verdad. Y todas ellas con sus errores. La democracia debe basarse en la voluntad popular, pero ésta también tiene muchas formas. Por poner un ejemplo, podría plantearse el voto negativo, que se restaría a los votos positivos que obtuviera ese partido. Yo no voto al partido que prefiero, sino que le doy un voto negativo al partido que no quiero que gane. Los resultados posiblemente serían sorprendentes. Pero no hay que irse a un caso tan extremo como éste para ver las debilidades y particularidades de este sistema en el que estamos felizmente inmersos. Nos bastaría con echar un vistazo a los diferentes modos de votación democrática que observamos a nuestro alrededor, tanto en el ámbito de la política nacional de distintos estados como en ámbitos algo más mundanos.

Para explicarme, lo mejor, un ejemplo. El ejemplo lo he tomado prestado de un libro de divulgación científica para principiantes muy recomendable, "¿porqué la nieve es blanca?". Por si alguien se lee el libro, el artículo sobre métodos de votación tiene un par de errores en las cifras, por lo que si alguien se molesta en comprobar sus cálculos verá que son erróneos. Por ello, he cogido la idea para formular mi propio ejemplo.

Supongamos que tenemos una votación en la que tenemos que escoger entre cinco candidatos, a los que, en un alarde de originalidad, llamaremos A, B, C, D y E.

A continuación supongamos que tenemos 55 electores, cuyas preferencias entre los distintos candidatos, por orden de mayor a menor afinidad o simpatía, son las mostradas a continuación:

18 prefieren a los candidatos en este orden: ADECB
12 prefieren a los candidatos en este orden: BEDCA
10 prefieren a los candidatos en este orden: CBEDA
9 prefieren a los candidatos en este orden: DCEBA
4 prefieren a los candidatos en este orden: EBDCA
2 prefieren a los candidatos en este orden: ECDBA

Una vez que tenemos las prioridades de nuestro electorado definidas, vamos a ver cómo resultaría la votación empleando diferentes métodos democráticos.

Caso 1. Votación única. Cada elector vota a su primera opción. Este es grosso modo el método que tenemos en España. En nuestro caso el ganador sería A con 18 votos.

Caso 2. Doble vuelta. Cada elector vota a su primera opción. Con los resultados se escogen a los dos primeros y se realiza una segunda votación sobre ellos. Más o menos como el sistema francés. En nuestro caso en la primera vuelta pasarían A con 18 votos y B con 12. Pero el ganador en la segunda vuelta sería B con 37 votos contra los 18 de A.

Caso 3. Eliminatoria. En cada turno se elimina uno de los candidatos, el menos votado. Es el método, por ejemplo, empleado para escoger ciudad olímpica. En la primera votación caería E con solo 6 votos. En la segunda caería D con 9 votos. En la tercera caería B con 16 votos. En la cuarta y última votación caería A con 18 votos, resultando ganador con este sistema C con 37 votos.

Caso 4. Votación ponderada. Cada votante da 5 puntos a su primera opción, 4 a su segunda opción, 3 a su tercera opción, 2 a su cuarta opción y un solo punto a su quinta opción. Un ejemplo de este sistema, el concurso de Eurovisión. En nuestro ejemplo el ganador sería D con 191 votos.

Caso 5. Método de Condorcet. Sistema de votación a modo de liguilla, todos contra todos. Se vota una vez para cada combinación de dos candidatos, estableciéndose una clasificación en función de votaciones ganadas, a modo de liga de baloncesto (no es que no me guste el futbol, es que en el baloncesto no hay empates, con lo que la similitud es mayor). En nuestro caso el ganador de nuestras elecciones sería E, ya que ganaría su votación sobre todos y cada uno de sus rivales en elecciones independientes. Posiblemente, quizá, tal vez, es posible... que este sea el método más justo, pero es inviable. Imaginar un proceso electoral así: semana 1, elecciones de PSOE contra PP, semana 2, elecciones de PP contra IU, semana 3, elecciones de PSOE contra PNV, semana 4, elecciones de PA contra IRC... una locura.

Y todo esto suponiendo el principio de un ciudadano, un voto, sin entrar en distritos y representabilidad territorial ni minorías. Cada sistema tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Unos premian unos valores y otros premian otros. Sería difícil decantarse por un método u otro, y más difícil todavía asegurar qué sistema es el más justo. Pero bueno, debemos pensar que a pesar de todas estas dudas, no deja de ser el mejor de los sistemas políticos. Desde luego los hay mucho peores...

viernes, 1 de febrero de 2008

Columbia, Challenger, Soyuz, Apollo

Primer día de febrero de 2003, hace hoy cinco años. Tras una misión completamente satisfactoria y 16 días en el espacio, el transbordador espacial Columbia inicia su reentrada en la atmósfera en una operación altamente peligrosa pero envuelta ya en la rutina con la que el programa shuttle de la NASA nos ha introducido en un mundo de ciencia ficción que ya todos tenemos asimilado. Ese día marcó el principio del fin de los transbordadores. El centro de control de Houston perdió contacto con la nave a las 07:59:32, y unos minutos después recibían el impacto de las primeras imágenes del Columbia despedazado y surcando el cielo norteamericano envuelto en una bola de fuego, en una imagen muy similar a la de muchos pequeños meteoritos que golpean cada año nuestro planeta. Pero esta vez en ese meteorito iban siete personas, siete astronautas.

No eran las primeras víctimas de la exploración espacial. El 28 de enero de 1.986 el Challenger explotaba a los 76 segundos de su lanzamiento, falleciendo sus siete tripulantes. Anteriormente, el 27 de enero de 1.967, los tres astronautas del Apollo 1 morían dentro de la cápsula de mando a causa de un incendio en tierra, en unas pruebas prevuelo.

Por parte rusa también hubo bajas, aunque solo durante los primeros años de la carrera espacial. La misión Soyuz 1 tuvo un final trágico el 24 de abril de 1.967, cuando no se desplegó el paracaídas después de la reentrada. La capsula se estrelló a más de 200Km/h, muriendo en el acto el cosmonauta Vladimir Komarov, convirtiéndose en el primer hombre que pierde la vida en el transcurso de una misión espacial. Cuatro años más tarde una despresurización en la Soyuz 11 durante su reingreso en la atmósfera provocó la muerte de sus tres tripulantes, el 29 de junio de 1.971.

En total 18 fallecidos en misiones espaciales, 21 si incluimos los tres astronautas del Apollo 1, que murieron antes de volar. Ninguna baja en el espacio, todos durante el despegue o el reingreso en la atmósfera, los momentos sin duda más peligrosos de una misión espacial.

Cada uno de estos accidentes ha supuesto un duro golpe para la investigación espacial. El accidente del Challenger significó la paralización de los vuelos de los transbordadores durante dos años. Lo mismo ocurrió con el accidente del Columbia, aunque en este caso se añadió la aceleración del final de los transbordadores. En el año 2.010 volará el último de estos gigantes camino de la Estación Espacial Internacional, y hasta 2.014 no tendrá sustituto, cuando el vehículo tripulado Orion esté listo para empezar a volar, con una arquitectura muy similar a las naves Apollo que nos llevaron a la Luna. El objetivo, volver antes de 2.020 y crear una base permanente en la Luna. Y con algo más de tiempo, pisar por fin Marte, posiblemente en la lejana década de los 30. Quién sabe dónde estaríamos ahora mismo si se hubiera mantenido en la investigación espacial aunque solo fuera la mitad del presupuesto de hace 50 años.

Aquí podéis ver un video del accidente del Challeger.

Aquí podéis ver un video del accidente del Columbia.

Lista de astronautas y cosmonautas fallecidos en servicio:

Virgil Grissom, Apollo 1. 27 de enero de 1.967.
Edward White, Apollo 1. 27 de enero de 1.967.
Roger Chaffee, Apollo 1. 27 de enero de 1.967.

Vladimir Komarov, Soyuz 1. 24 de abril de 1.967

Georgy Dobrovolsky, Soyuz 11. 29 de junio de 1.971
Victor Patsayev, Soyuz 11. 29 de junio de 1.971
Vladislav Volkov, Soyuz 11. 29 de junio de 1.971

Francis "Dick" Scobee, STS-51-L Challenger, 28 de enero de 1.986
Michael J. Smith,STS-51-L Challenger, 28 de enero de 1.986
Ronald McNair,STS-51-L Challenger, 28 de enero de 1.986
Ellison Onizuka,STS-51-L Challenger, 28 de enero de 1.986
Gregory Jarvis,STS-51-L Challenger, 28 de enero de 1.986
Judith Resnik,STS-51-L Challenger, 28 de enero de 1.986
Christa Corrigan McAuliffe,STS-51-L Challenger, 28 de enero de 1.986

Rick D. Husband, STS-107 Columbia. 1 de febrero de 2.003
William C. McCool, STS-107 Columbia. 1 de febrero de 2.003
David M. Brown, STS-107 Columbia. 1 de febrero de 2.003
Kalpana Chawla, STS-107 Columbia. 1 de febrero de 2.003
Michael P. Anderson, STS-107 Columbia. 1 de febrero de 2.003
Laurel Clark, STS-107 Columbia. 1 de febrero de 2.003
Ilan Ramon, STS-107 Columbia. 1 de febrero de 2.003

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