El número de Avogadro y los superlativos
La naturaleza no entiende de escalas. Todo en ella es inconmensurable. Y por más que intentamos hacernos una idea de lo realmente desproporcionada que es cualquier medición, tanto en el macrocosmos como en el microcosmos, siempre nos quedaremos cortos.
Digo esto por un número que se maneja con asiduidad en la química y del que posiblemente todos habéis oído hablar. El número de Avogadro. Su valor es aproximadamente 6,022*10^23. Ese es un número enorme, gigantesco. Sin la notación científica, el número quedaría así: 602.200.000.000.000.000.000.000. Esto es muchísimo. Para hacernos una idea de lo realmente grande que es esta cantidad, vamos a poner uno de los muchos ejemplos que podemos leer en cualquier libro de divulgación científica, que intentan hacernos comprender su magnitud.
Para ello nos vamos al mar. Cogemos una taza de café, la llenamos de agua de mar y la tiramos a la arena. Una. Llenamos de nuevo la taza con agua de mar y la vaciamos en la arena. Dos. Llenamos otra vez la taza con agua de mar y la vaciamos en la arena. Tres. Pues bien, cuando hayamos vaciado completamente el Océano Pacífico habremos llegado al número de Avogadro.
Ya podemos hacernos una idea de lo realmente grande que es este número. Ahora bien, ese gigantesco número no es más que la cantidad de moléculas que hay en poco más de dos gramos de cualquier tipo de gas. Dos gramos. Una cantidad que difícilmente sentiríamos si nos cayera en una mano. Ahora imaginar unos 75Kg. La cantidad de átomos que podría haber en una masa miles de veces mayor que esos dos gramos. Pues esa cantidad inimaginable es el número de átomos que nos componen. El número de átomos que un buen día decidieron juntarse para formar un ser humano.
Trillones de trillones de átomos que formaban parte de plantas, de animales, que formaban parte de la atmósfera, de microorganismos, de seres humanos, del mar, de la arena inerte. Átomos formados en el corazón de una estrella o durante el transcurso de una supernova. Átomos, trillones y trillones, que vagabundearon durante miles de millones de años por el espacio ante la promesa de la vida futura, de la conciencia futura. Átomos incandescentes en el magma terrestre, congelados en el hielo eterno de los cometas, trillones y trillones, dispersos por planetas, satélites y asteroides, en el polvo del disco planetario.
Trillones y trillones de átomos escondidos en rocas, en mares, en trilobites o dinosaurios, en amebas, en el interior de la Tierra o en la delgada atmósfera, en mares, lluvias, ríos. Átomos que han navegado por el espacio interestelar, que han estado en lugares a los que la humanidad jamás llegará, que han visto épocas inconcebiblemente lejanas en el tiempo, partículas, trillones y trillones, que conocieron un universo oscuro, opaco a la luz. Átomos que han viajado por galaxias, estrellas, planetas, que han conocido la oscuridad de la roca y el toque mágico de la vida. Trillones y trillones de átomos que formaron parte de millones de organismos antes de, por caprichos del destino, juntarse para formar una simple conciencia en una pequeña roca de un insignificante sol de una galaxia perdida en un rincón del cosmos.
Eso es la vida, y el número de Avogadro nos parece inmenso...
6 comentarios:
Chapeau, maestro. Haces poesía con la ciencia y eso tiene un mérito indudable.
Un abrazo
Muchas gracias, animal, me alegro de que te haya gustado. Lo digo siempre, la poesía está en la ciencia, solo hay que saber leerla.
Un abrazo.
¿Así que este es el famoso "abogado" que tanta lata nos dió en el bachiller?
Caramba, tantos años sin tener idea de nada que fuera "ciencias" y ahora disfruto como un bebé con su biberón cada vez que haces una de tus entradas "saganianas"...
A ver adivagar....siendo los avogadros gente de letras, ¿cómo es que tienen ellos un número y no los ingenieros, por ejemplo?
Porfa, explica esto que siempre me ha tenido en ascuas.
Vaya, que recuerdos me trae el número de Avogadro...La de exámenes suspensos...xd
Eres un poeta de la inmensidad del Cosmos.
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