El origen de la Luna, primera parte
La humanidad siempre se ha preguntado qué hace ahí arriba esa eterna compañera nuestra. A lo largo de los años le hemos dado diferentes explicaciones, casi siempre relacionadas con los dioses, como todo lo que cuelga de la bóveda celeste, todo lo celestial. Pero el origen de la Luna es algo más mundano y mucho más sorprendente. Veamos algunas de las teorías que ha barajado la ciencia.
Hace unos 5.000 millones de años, dentro de una nube de gas interestelar comenzaron a condensarse las pequeñas motas de polvo que la formaban, en un proceso llamado acreción, debido a algún tipo de perturbación, como la explosión cercana de una supernova o el choque con otra nube interestelar. Esos pequeños granos se fueron uniendo entre sí a lo largo de millones de años, hasta formar un cuerpo de un tamaño muy superior al de Júpiter. A su alrededor, un disco protoplanetario repleto de materia comenzó a girar en torno a la gran masa central. Llegó un momento en el que esa masa central era tan grande, que los átomos de Hidrógeno de su núcleo estaban tan cerca y se movían a tal velocidad que “chocaban” unos con otros, fusionándose entre sí y formando átomos de Helio. En ese proceso se liberaba mucha energía. El horno nuclear se había encendido, el sol había nacido.
En torno a esta nueva estrella, la materia también empezó a condensarse en pequeños puntos. En uno de ellos se produjo un segundo grumo de un tamaño comparable al principal. Poco a poco ambos fueron creciendo, fagocitando toda la materia que se cruzaba por su órbita, en una danza eterna uno en torno al otro. Habían nacido la Tierra y la Luna. Así lo cuenta la teoría de la acreción binaria.
Pero esta teoría tenía un problema. Si la Tierra y la Luna nacieron al mismo tiempo y en el mismo lugar, ¿por qué tienen una composición química diferente? ¿porqué la Luna es menos densa que la Tierra? Es más, la Luna parecía tener una composición química idéntica a la de la corteza terrestre, muy diferente de la del manto y el núcleo de la Tierra.
Para resolver estas dudas surgió una nueva teoría, la hipótesis de fisión. En los primeros tiempos de nuestro planeta, éste giraba a una velocidad mucho mayor. Sabemos que a medida que nos vamos atrás en el tiempo los días se vuelven más y más cortos. En un pasado remoto es posible que la Tierra girara a tal velocidad que una gran parte de la corteza terrestre se desprendiera de la Tierra debido a la fuerza centrífuga para quedar en órbita terrestre, alejándose eternamente de nosotros. Esta teoría, a primera vista, puede parecer fantasiosa y exagerada, pero lo cierto es que tiene un sustento matemático más fuerte de lo que parece. Explica porqué la Luna tiene la misma composición que la corteza terrestre y diferente del manto y núcleo. Pero finalmente las matemáticas parecen descartarla. Para que el desprendimiento se produjera la Tierra debía girar a tal velocidad que el día durara solo tres horas. Si hubiese alcanzado tal velocidad de rotación, no se habrían dado las condiciones necesarias para que se formara un planeta.
Entonces, ¿cómo nació la luna?
Actualización: continúa en "El origen de la Luna, segunda parte"
3 comentarios:
Acabo de descubrir el blog a través del otro blog(Fogonazos).
Mi enhorabuena por el, veremos como acaba la historia(Aunque me huelo que en una colisión tremenda con un asteroide, espero,jajaja)
Un saludo
Yo tenía entendido o al menos había escuchado algo de un gran meteorito...jajaja Pero se dicen tantas cosas...
Un saludo.
Pues sí, cesar y butzer, tiene que ver con una enorme colisión. Pero no de un simple meteorito o un asteriode. Fue con un cuerpo bastante más grande, un planetoide del tamaño de Marte... Lo contaré en pocos días.
Saludos!
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