"Tras cada hombre viviente se encuentran treinta fantasmas, pues tal es la proporción numérica con que los muertos superan a los vivos. Desde el alba de los tiempos, aproximadamente cien mil millones de seres humanos han transitado por el planeta Tierra. Y es en verdad un número interesante, pues por curiosa coincidencia hay aproximadamente cien mil millones de estrellas en nuestro universo local, la Vía Láctea. Así, por cada hombre que jamás ha vivido, luce una estrella en ese Universo." Arthur C. Clarke

miércoles, 16 de enero de 2008

Ruido

¡Cuán gritan esos malditos!
¡Pero mal rayo me parta
si, en concluyendo la carta,
no pagan caro sus gritos!

El ruido es atronador. Descorazonador. Parece ser que a quien más alto grite más razón le asiste. O quizá sea una treta para que no se escuche la voz del enemigo. Y llevamos así ya tantos años... Es difícil huir, los truenos envuelven cada rincón del mundo y apenas dejan lugar tranquilo. Entre los gritos sentimos el crujir del resquebrajamiento, los gritos de los asesinados traicionados, los ruidos de las cunetas, las acusaciones de familias desestructuradas. Gritos en el constitucional, en el congreso, en el senado. También gritos inocentes de millones de hijos a los que el relativismo moral les negó la vida antes siquiera de que sus ojos vieran la luz y se maravillaran del mundo que se les regalaba. Pero para ellos el único ruido fue el de una trituradora. Muy ruidosa. Gritos en los periódicos, en las radios, en las televisiones, todos ellos moldeando la realidad a su antojo y conveniencia. Todos. Gritos de nuestros dirigentes, de nuestros representantes, de sus manipuladores, de los creadores de opinión. Ruido malhumorado en el trabajo, que el proyecto hay que acabarlo, amenazas con un futuro sin empleo. Chillidos en un deporte politizado, que no es ajeno a los manejes de los que más alto aúllan. O de los que aúllan en silencio, o debajo de la mesa. En la policía, en la justicia, gritos ejecutivos y legislativos. En la calle, en el metro, en los hospitales. Gritos públicos y privados.

Lástima que la voz de la conciencia no grite tan alto.

Se hace difícil encontrar un lugar sereno y tranquilo en el que escucharse a uno mismo, en el que abstraerse de este mundo de lobos que hemos creado. Un lugar en el que volver a ser humano, con toda la dimensión natural de lo humano. Un lugar plácido en el que escuchar el silencio, en el que mirar a las personas sin ver ese oscuro ruido. Un lugar sosegado en el que escuchar el relajante blanco del mar. En el que podamos admirar ese regalo que es la vida en lugar de envenenarlo con el ruido de mentiras e intereses. Qué difícil es evadirse de los gritos y escuchar las voces.

Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra,
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Podemos pararnos y descansar y buscar la paz en un sitio que nos lo permita pero será algo momentáneo porque la lucha es constante tanto en el interior como en el exterior. Lo importante es luchar con las armas de la luz porque, aunque estés en guerra, tu espíritu estará en paz.
"Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.

Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,

y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.

Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.

Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;

orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos" Efesios 6, 11ss

Sigurd dijo...

Amigo, le veo pesimista. Piense en que para poder crear algo se requiere un mínimo de optimismo, que no le aflija la enfermedad propia del post-modernismo.

Saludos cordiales.

PD: Bryson y la historia de casi todo le dejan a uno con la certeza de que nunca supo casi nada. El conocimiento no da la felicidad.

Butzer dijo...

Una sociedad llena de ruido es en la que vivimos. En la que no nos escuchamos los unos a los otros aunque nos tengamos en frente.
Nunca viene mal un lugar para la reflexión alejado de este mundanal ruido, cada cual tiene el suyo. Lo importante es tenerlo, conservarlo y saber usarlo.
Reflexivo y cálido post.
Un saludo.

VdT dijo...

Ruido, ruido, ruido. Ruido de las entrañas, de nuestra mente, y ruido del exterior, de la actividad de los seres humanos, de los fenómenos de nuestro mundo.

Es curioso, pero resulta más agradable e impresionante el ruido que nos regala la propia naturaleza que el que nos regalamos nosotros los hombres a diario, en el trabajo, en nuestra propia casa, en las discotecas, en la calle, en las industrias,...

La actividad humana por lo general supone inevitablemente ruido, mucho ruido.

Y cuando esa actividad es mental, puede producir interferencias en quien la padece, no dejando que esa persona pueda llegar más allá de lo que el propio ruido le permite. Quizá si se hiciese el silencio por un momento en las cabezas de mucha gente, quizá, verían algunos asuntos de otra manera. Pero lo cierto es que vivimos una sociedad desorientada, de valores etéreos y difusos, que acaban por degradar su significado auténtico de tanto usarlo.

A veces, para encontrar el silencio en tu interior necesitas buscar el silencio fuera: apaga la radio, la televisión, el ordenador, cierra los ojos, respira hondo.

Ánimo.

VdT dijo...

Y, por bromear un poco, ruido (maravilloso) es el que me ha mantenido hasta estas horas despierto. Dicho ruido tiene forma de llanto, se enrojece mucho y pide comida a menudo. Es viajerito del tiempecito, o viajero jr.

Adivagar dijo...

Incorrecto, buena cita nos traes. No buscar el silencio y el sosiego, sino luchar contra el ruido con las armas de la verdad. Es una buena actitud, aunque a veces es necesario descansar.

Sigurd, soy un optimista realista... Espero que esté disfrutando del libro. Es muy instructivo, y, efectivamente, nos abre los ojos a lo poco que sabemos y a todo lo que, gracias a Dios, nos queda por saber.

Butzer, una sociedad repletísima de ruido, como dices. Así es dificil reflexionar y no dejarse llevar por la rutina y el desánimo. ¡Hay que buscar esos momentos! Lamentablemente pocas veces tenemos tiempo para nosotros mismos.

Viajero, veo que el pequeño te está regalando tiempo para escribir a las 3 de la madrugada...
Jeje, espero que lo llevéis bien.

Saludos!

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