El barco volador
Aunque no seamos conscientes de ello, estamos permanentemente sumergidos en un fluido. Vivimos inmersos en un fluido. La atmósfera. Y como todo cuerpo sumergido en un fluido, experimentamos una fuerza vertical y hacia arriba igual al peso del volumen del fluido desalojado. Este famoso principio de Arquímedes no es exclusivo de los líquidos, también es aplicable a los gases. Y como todos sabéis, los gases más pesados, los de mayor densidad, bajan, y los más ligeros suben.
Aplicando este simple principio podemos volar por nuestra atmósfera. Basta con llenar un recipiente lo menos pesado posible (como por ejemplo un globo) de un gas lo más ligero posible (como por ejemplo el helio) para que esa fuera vertical y hacia arriba nos haga ascender por el cielo. Si además calentamos ese helio, el gas se expande, se hace menos denso y por lo tanto, para un mismo volumen, se vuelve menos pesado, con lo que ascenderemos a mayor velocidad. Con esto ya tenemos el funcionamiento básico de un globo, y podemos comprender porqué necesitamos un recipiente tan grande y porqué cuentan con un calentador de llama, para hacer que el gas pese menos y haga ascender al globo.
Este mismo principio que nos puede hacer flotar en la atmósfera puede también hacernos flotar en el agua. Basta, a grandes rasgos, con que el peso del volumen del agua desalojada sea mayor que el peso del barco. Pero la sorpresa puede llegar si mezclamos un fluido gaseoso especialmente pesado con un barco especialmente ligero. Así nos podemos encontrar con lo que muestra el siguiente video, un pequeño barco que flota sobre un gas en reposo. Y como podéis observar, se comporta de un modo prácticamente idéntico a como lo haría si estuviera flotando sobre el agua, hasta el punto de hundirse si se inunda de gas pesado. Un video muy ilustrativo e interesante, que encontré en fogonazos. Espero que lo disfrutéis.








Imaginaros que tenemos 1.000 euros y que queremos cambiarlos por dólares para nuestro viajecito por Estados Unidos. Tal y como está ahora mismo el dólar es un buen momento para hacerlo. Por cada euro nos dan aproximadamente 1,5 dólares. Es decir, la relación entre ambas monedas puede expresarse por la siguiente ecuación: $ = €*1,5. En total, nuestros 1.000 euros los cambiamos por 1.500 dólares. Podemos tener en el bolsillos euros o dólares, una moneda o la otra, pero sea lo que sea, todo es lo mismo: dinero. Son dos formas de la misma realidad, dos formas diferentes de representar la misma realidad: el dinero. Siguiendo esta similitud, la famosa ecuación de la teoría de la relatividad general de Einstein relaciona la energía y la masa. Con una tasa de cambio, una constante, igual que el dólar y el euro. Solo que en este caso la tasa de cambio no es de 1,5, sino de c^2, es decir, 90.000.000.000.000.000. La materia y la energía es lo mismo, son dos formas diferentes de la misma realidad. Cualquier masa puede convertirse en energía y cualquier energía puede convertirse en masa. Es la primera conclusión asombrosa de esta ecuación.




