Levántate y anda
Es fácil decirlo. Pero nos costó millones de años de evolución. El bipedismo marcó un hito en la evolución humana, una diferenciación en el camino entre nosotros y nuestros hermanos más cercanos. Parece sencillo, simplemente hay que erguirse, levantarse, mirar al frente y dar un paso. Pero no, no es tan sencillo. Los cambio anatómicos para poder hacerlo son enormes. Para poder mantener la postura erguida de forma continua necesitamos muchos cambios en nuestro cuerpo:
- El orificio del cráneo por el que entra la columna debe descender a la base del mismo. Si observamos un perro, veremos que el cuello lo tiene detrás de la cabeza, no debajo. Este primer cambio no es sencillo, pero claro, no sería muy adaptativo ponernos de pie y mirar generalmente hacia el cielo. Tendríamos que hacer un esfuerzo para bajar la cabeza, como hacen algunos animales.
- Las piernas deben ser más robustas, pues soportarán todo el peso del cuerpo. Deben producirse además cambios en la forma del fémur para poder andar derecho, sin el bamboleo hacia derecha e izquierda característico del corto andar bípedo de muchos simios, muy inestable y poco eficiente energéticamente. Y este cambio óseo debe tener una serie de poderosos músculos para accionarlo, músculos nuevos que no poseen nuestros primos.
- La columna se arquea, cambia de forma, se curva violentamente para poder repartir de forma más eficiente el peso del cuerpo y retrasar su centro de gravedad, que ahora debe estar sobre los dos únicos puntos de apoyo. Las vértebras modifican su forma para soportar un peso que a cuatro patas no soportan.
- Las costillas cambian su posicionamiento, de manera que soportaran mejor unos pulmones y un corazón que ahora generalmente empujan hacia el hueco inferior, no hacia el frontal del tórax.
- Los pies deben cambiar radicalmente, recortando los dedos, perdiendo el pulgar prensil y alargando el talón, con el fin de dar estabilidad en el nuevo modo de desplazamiento.
Por otro lado el bipedismo nos permitió en primer lugar un caminar más energéticamente eficiente aunque más lento, una mejor visión de nuestro entorno (y por lo tanto de nuestras presas y depredadores) y, sobre todo, libertad para emplear las extremidades anteriores (ahora superiores) para otros menesteres. Como emplear un hueso como herramienta e iniciar así un nuevo y enorme estímulo para nuestro cerebro.
5 comentarios:
"... y parirás a tus hijos con dolor" como le dice Dios a Eva en el libro del Génesis.
Siempre me resulta interesante remomorar nuestro origen y evolución.
... bueno, jaja, Scout ... yo no hubiera citado a dios ...
Pero, efectivamente, el parir con mucho dolor es consustancial a la especie humana y es motivado por el bipedismo...
Es una cita bíblica muy adecuada a este caso ¿no?
;-)
Pues yo creo que sí, Scout, sí que es apropiada. El cambio en el canal del parto por el bipedismo tuvo un "efecto secundario", el aumento del dolor durante el parto. No es que las demás especies no sientan ese dolor, pero no tan agudo. Y también aumentó el sufrimiento del niño, que tarda más en nacer, deforma su cabeza y tiene que hacer un giro peligroso en mitad del canal. Pero, como especie, compensó el sacrificio. Sobre todo si eres hombre, claro...
Un saludo a los tres.
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